17 de junio de 2013

La Metamorfosis

Una mañana tras un sueño intranquilo, Dimento Samsa se despertó convertido en un monstruoso engendro. Yacía de espaldas encajonado en un estrecho y duro inserto de plástico negruzco y, al alzar la cabeza, vio su vientre, tallado por la edad, el azar y el vicio, envuelto en una fina película de papel film que surcaba en hélice su tronco hasta abotonarse al cuello. Las extremidades, además de atenazadas por los rigores matutinos, se habían fusionado a un molde de cartón ceñido a su silueta de carne, piel  y vello por algún moderno sistema de impresión y descansaban separadas del cuerpo formando un ángulo perfecto de 45º respecto al eje del ombligo. - Dimento Samsa, sinóptico hasta la médula -

Breve ensayo hipertextual y muy filler

Una mañana, tras un sueño intranquilo, Dimento Samsa se despertó convertido en un monstruoso engendro. Yacía de espaldas encajonado en un estrecho y duro inserto de plástico negruzco y, al alzar la cabeza, vio su vientre, tallado por la edad, el azar y el vicio, envuelto en una fina película de papel film que surcaba en hélice su tronco hasta abotonarse al cuello. Las extremidades, además de atenazadas por los rigores matutinos, se habían fusionado a un molde de cartón ceñido a su silueta de carne, piel y vello por algún moderno sistema de impresión y descansaban separadas del cuerpo formando un ángulo perfecto de 45º respecto al eje del ombligo.

- ¿Qué me ha ocurrido?

No estaba soñando. Su habitación, una habitación normal, aunque muy pequeña para un sujeto con ínfulas de coleccionista, tenía el aspecto habitual. Cientos de discos, libros y películas, muchas sin estrenar -dichosos documentales de Herzog (1)-, poblaban en meditadísimo concierto las estanterías de aglomerado, el escritorio y casi cualquier superficie plana disponible, también la CPU. La silla auxiliar, ocupada hasta los límites del respaldo por la pila de juegos de mesa  "de uso frecuente" y, en el suelo, haciendo esquina junto al amplificador, el bajo y la guitarra acústica, una caja de cartón llena de expectativas por ser el pedido más reciente: una expansión por aquí, un par de fillers con buenas críticas por allá, el de la portada que mola tanto, ese clásico de hace una década obtenido a precio de saldo, etc... Por supuesto, todos ellos con el precinto intacto y sin visos de ver mesa en una larga temporada.

- ¡Qué resaca de vodka, Genial, 7 Wonders y Catán! A casa de los amigos se va o a beber o a jugar porque la combinación de ambas aficiones es agotadora - murmuró cuando el despertador empezó a atronarle los tímpanos - Las 9:15, levántate y despeja un poco esa mollera que es lunes y toca entrada en el blog. Triple chute de cafeína y me pongo a escribir, si es que logro salir del catre.

Incrustado en una horma hecha a su medida y con las extremidades inmovilizadas, Dimento Samsa relajó el cuello y destensó sus abdominales retractiladas antes de concentrar todas sus energías en un penoso intento por incorporarse acompañado de gemidos indescriptibles. Tras varias tentativas frustradas, la plancha  empezó a resquebrajarse a la altura de los codos gracias a la presión ejercida por el vaivén del tronco y, una vez que pudo doblar los brazos, aun a medio destroquelar,  y  logró apoyar las manos contra el fondo del inserto, se levantó sin mayores dificultades. Deshacerse del embalaje transparente y liberar todas sus articulaciones reclamó no pocos esfuerzos y más ruiditos quejumbrosos de lo que hubiera sido normal, pero por fin  pudo abandonar la caja.

Con las piernas abiertas en tijera, agarrotadas como estaban por tantas horas de parálisis forzada, se puso en pie y en posición de vaquero sin montura anduvo tambaleante hasta la puerta. Una bolsa del Ikea cargada hasta los topes colgaba del picaporte. Al tratar de girarlo, observó atónito como los dedos de su mano, del índice al meñique, se alejaban del pulgar unidos entre sí por una capa de resina sintética ultrapegajosa. Dio un paso atrás hasta situarse a la altura del espejo y giró la cabeza tratando de buscar un rostro amigo en su reflejo que, sin embargó, no encontró. En su lugar, un monstruo en proceso de transformación se asomaba a las profundidades de sus alucinadas retinas. Las facciones disipadas, la cara imposiblemente plana y cubierta de una mano de barniz, ni rastro de su melena ensortijada: parecía el vivo retrato de una galleta de jengibre cocinada en cedro. Volvió a mirar de nuevo ese saco de rafia azul con asas rebosante de juegos que desde hacía un tiempo le acompañaba a todos los ágapes y comprendió horrorizado la causa de su metamorfosis:

-¡Me he convertido en un paseador de juegos en bolsa de tela!

[... LAPSO DE TIEMPO INDEFINIDO ...] Y en un diligente despachador de juegos: no te olvides de visitarnos en Dimento Games.

(1) Regalo muy agradecido, pero envenado; la venganza perfecta por someter a viejas compañías a un ciclo completo del director alemán programado en la Filmoteca del Doré hace mucho tiempo, casi tanto como polvo han acumulado las carcasas de Fata Morgana, Corazón de Cristal y Enemigo Mío en diferentes casas. ¡Qué pereza da volver a ver según que cosas!

B.S.O de la crónica: Podría Ser En Cualquier Lugar (2009) - Sou Edipo

2 comentarios:

Guau!!!

Caja de Fata Morgana!!! Eso si es una joya y no los AH!!!

¡Si es que el tarado de Herzog es la bomba! Y tengo copias heredadas en vhs -sí, de cuando éramos unos micos y echaban cine de todas las escuelas en TVE- de Woyzeck, El enigma de Kaspar Hauser y Aguirre, la cólera de Dios que podrían suponerme el divorcio de conectar el video a la tele, pero el Sr. Werner es sagradado y debe ser disfrutado en soledad :)

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