13 de mayo de 2013

¿Qué te apetece hacer?

Eterna pregunta con matices ociosos que suele aparecer para dar sentido al tiempo que no nos dicta la rutina. Aquella tarde no nos apetecía aniquilarnos mutuamente de maneras analizadas, no, yo quería matar sin sutilezas y, ¿qué mejor manera de hacerlo que tirándole a mi marido una lámpara en la cabeza? Habemus juegum, “La Herencia de la Tía Ágata". Aunque lo traje de casa de mis padres, era virtualmente de mi hermano Dimento Edu, el menor de dos hermanos muy cabrones, los cuales aprovechaban cualquier época de regalo para manejar su dulce y confiado cerebro, haciéndole pedir los juegos que ellos, por una edad mentalmente enmascarada, ansiaban. Primera colaboración en De Dimento a Dimento. Houoyy, con todos ustedes:

- Dimenta Est -

-¿Qué te apetece hacer?

Eterna pregunta con matices ociosos. Suele aparecer para dar sentido al tiempo que no nos dicta la rutina. Siempre va acompañada de la consecuente respuesta, -no sé, lo que tú quieras- y aunque la realidad aguarda en cada mente esperando que la otra persona adivine sus intenciones, la respuesta definitiva siempre la tiene o Dimento Raf  (el cual no se encontraba) o, en su defecto,  internet, pero uniendo ambos conceptos encontramos De Dimento a Dimento y nos sentimos iluminados,- ¡hay que jugar, a lo que sea pero hay que jugar!-. Ahora “sólo” quedaba elegir el juego.

Esa tarde no nos apetecía aniquilarnos mutuamente de maneras analizadas, no, yo quería matar sin sutilezas y, ¿qué mejor manera de hacerlo que tirándole a mi marido una lámpara en la cabeza? Habemus juegum, "La Herencia de la Tía Ágata".


Aunque lo traje de casa de mis padres, era virtualmente de mi hermano Dimento Edu, el menor de dos hermanos muy cabrones, los cuales aprovechaban cualquier época de regalo para manejar su dulce y confiado cerebro, haciéndole pedir los juegos que ellos, por una edad mentalmente enmascarada, ansiaban. Solo le dejamos el tiempo justo para que lo abriera y no se encariñara. Lo metimos en la habitación de mi hermano Dimento Alfonso y de allí no salió más. Teníamos la coartada perfecta, ya que ambos fumábamos; Edu era muy pequeño y su salud era lo “primero”. No le dejábamos entrar,  claro, el ambiente estaba viciado en todos los sentidos. Aún hoy conserva ese olor a tabaco y arrepentimiento.

El juego lo comparo con el Cluedo, pero claro, hay que tener en cuenta que es a partir de 9 años y se supone que los niños no tienen tanta malicia como para ubicar la escena del crimen y el utensilio relacionado con el asesinato, pero básicamente es lo mismo. La historia va de una viejuna ricachona que muere y, como no tiene descendencia (porque su gato, aunque guarda cierto parecido, no vale), hace que los empleados de los que disponía (incluido el gato), busquen matar al resto para quedarse con su inmensa fortuna.

Sí, mucha pasta, pero la casa es de cartón y cada vez que juegas la tienes que montar, vamos que es del Ikea. Se reparten los personajes y quedan otros de reserva, por si mataran a todos los que tenías. ¡Ay, la que puedes liar con el ansia homicida! Luego, según caes en las trampas, coges la carta correspondiente, que indica de una manera muy visual la forma de matar/morir.


Recordemos que es para mentalidades a partir de 9 años, cuerpos de treinta y pico, y que no es el Zombies!!!. Pero pasas un rato entretenido. El fallo es que has de situar muy bien el queco para poder rematarle, o bien con la lámpara o con la estatua o para quemarle en la chimenea. No obstante, en mi casa, si no te sale a la primera, se repite, ¡porque matar hay que matar! Esta  filosofía fraticida es la causa del aspecto algo deteriorado de los quecos que, como todo en casa de la tía Agata, están hechos de cartón.

Y aunque no hay mucho lugar para la picaresca, siempre te puedes suicidar para hacer creer al contrario que no eres un personaje determinado y así lograr abrirte camino con otro. En cualquier caso, echo en falta más malicia; no me sacia.

Lo peor de lo peor es que siendo “mí” juego, ganara por dos veces el listo de turno, al que evidentemente no rematé, Tiempo al tiempo. Y lo mejor de lo mejor es que no tengo solo un juego, conservo una parte de mi vida que recuerdo cada vez que abro esa caja y respiro sentimientos olvidados.


¡OKUPA De Dimento a Dimento!

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2 comentarios:

La herencia de tía Ágata... aquel juego en 3D anunciado en televisión en épocas navideñas que nunca me habría importado tener pero que al final no tuve... A cambio, ¡sí que me hice y aún tengo el Cluedo! :) Un saludo.

Grandes los juegos de la infancia...¿verdad?

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