3 de mayo de 2013

El sarcocéfago

Un halo sutil de misterio envolvía la estancia. Dimento Raf, más solemne de lo habitual, se deslizó silenciosamente hasta la mesa-altar de lo viejuno, inclinó la cabeza con profunda devoción y depositó la ofrenda sobre el lienzo tapetil. Tras una genuflexión algo reumática, empezó a entonar un cántico ceremonial -"Dagón, Dagón, Dagón"- y retrocedió haciendo reverencias hasta que estuvo a mi vera. -Dimento Earl-

¡Tiempos Viejunos, Tiempos Viejunos! Hoy, el sarcocéfago.

Un halo sutil de misterio envolvía la estancia. Mi maestro, más solemne de lo habitual, se deslizó silenciosamente hasta la mesa-altar de lo viejuno, inclinó la cabeza con profunda devoción y depositó la ofrenda sobre el lienzo ceremonial (la cortina de baño reconvertida en tapete presente en todas las fotos). Una extraña sensación me recorría el espinazo: ese objeto arcano oculto bajo una densa capa de mugre me intimidaba. Tras una genuflexión algo reumática, Dimento Raf empezó a entonar un cántico hipnótico-"Dagón, Dagón, Dagón"- y retrocedió haciendo reverencias hasta que estuvo a mi altura.

Nos parapetamos tras una hilera de sillas situada a una distancia prudencial, temerosos del contenido de la caja; y armados con una pértiga construida a base de meeples unidos culo con cabeza y rematada por el peón negro del Monopoly, comenzamos a hacer palanca a cuatro manos hasta que la tapa se deslizó, descorchando los abismos y una densa polvareda que inundó toda la habitación.

Disipada ya esta niebla de suciedad añeja,  miré a Dimento Raf y me quedé horrorizado: le temblaban las canillas y la mirada, ausente, parecía perderse en el infinito; tenía la tez lívida y el rictus facial en modo pause, como si hubiera visto un fantasma. Las palabras salieron entrecortadas de su boca y medio tartaja dijo haber distinguido la silueta de un tal Reiner Knicia recortada "sobre la extinta bruma de los ácaros" (cita textual). Me abalancé sobre él sin pensarlo y, asidas las dos solapas de su batín arácnido (1) con una mano, aproveché la que tenía libre para abofetearle hasta que hubo recuperado la compostura.

No recuerdo que el ejemplar del Kingdoms situado a la derecha de la imagen, junto al interruptor de la luz, descansase en la estantería cuando llegué a su casa.

Más calmados ambos, nos asomamos al interior del sarcocéfago y aun hubimos de emplear a fondo nuestros pulmones para retirar el sedimento grisáceo con el que el tiempo había engalanado piezas  y tablero.  Dichosos los ojos, pensé, cuando pudimos deleitarnos al fin contemplando las entrañas de la criatura: ¡Vaya tableraco bonico! ¡Qué ilustraciones en cuatricromía! ¡Menudo armero al servicio de los caballeros nosequemórficos! ¿Y el dado fetiche? Digno de colgar en el retrovisor de los autos-kinkis(2). Pero, muy por encima de sus compañeros de sepulcro, destacaban las instrucciones, un libreto amarillento con olor a rancio redactado por algún escriba cabroncete, revenido y con un dominio del castellano muy limitado, precursor de ese dialecto patrio fascinante que resulta de filtrar un pasaje en cualquier otro idioma con el tamiz del Google Translator.

Escrito al dictado de los Antiguos, el texto es un indescifrable jeroglífico que demandó toda nuestra atención y habilidad interpretativa para discernir como debía echarse una partida.  No obstante, acabamos jugando y, a pesar de no dejar de ser más que un careo entre los dos dimentos, me lo pasé francamente bien, mucho mejor, de hecho, que su propietario.

Jaque mate en un solo movimiento:  saca un 3, un 5 ó un 6 en la primera tirada y bloquearás con una torre la puertas de Zharot a tus oponentes. Como las instrucciones no indican lo contrario, parecería lógico asumir que la casilla conectada a las escaleras es el único punto de salida. Tras varios intentos infructuosos, optamos por ampliarlo a las 2 casillas colindantes.
Ya intuía al discutir en voz alta las reglas del juego lo que se nos avecinaba en cuanto ese fetiche descomunal rebotase en el tablero: una persecución implacable a lo largo de un recorrido condicionado por la proliferación de torres negras bloqueándonos el camino; un intercambio de golpes continuo con el arca cambiando de manos una y otra vez (esos "combates" algo descafeinados son su principal hándicap); una carrera precipitada y muy poco caballeresca a golpe de risotadas (más bien un amago o una sonsisa amplia permanente), y el influjo de los dados. El influjo de los dados...

Como no podía ser de otra manera, Dimento Earl se alzó con la victoria.

Con muy buenas vibraciones y la certeza de que a 4 jugadores la experiencia de juego debe ser mucho más intensa, frenética y divertida, volvimos a depositar los restos de esta vetusta reliquia en su tumba de cartón.  Sentí un vago remordimiento por haber dejado pasar la ocasión de disfrutar de Dagón durante la niñez,  pero mi infancia estuvo ligada a otros títulos de Cefa como El Imperio Cobra, Drácula, Alerta Roja o La Ruta del Tesoro.

Antes de marcharme tuve la sensación de que Dimento Raf necesitaba hablar de la presunta aparición espectral de la que solo él había sido testigo al profanar el ataud viejuno de la jornada, pero me despedí de forma apresurada alegando mejores compromisos y no le concedí ese desahogo.

Yo no vi nada. Sin embargo, he de admitir que desde aquella mañana puede palparse una presencia extraña en la casa, una especie de torrente de creatividad sobrevenido que tiene a la famila Dimento pariendo ideas, todas buenas, a cualquier hora del día.

(1) El anfitrión de estas veladas suele recibirme envuelto en un kimono negro con estampados de Spiderman. No le confiere ningún superpoder, pero le sienta de muerte, sobre todo cuando fuma. 
(2) Me quedé con ganas de ver el Arca por cuya custodia estuvimos tratando de zumbarnos casi 20 minutos. Pero la pieza, desaparecida muchos años atrás, había sido sustituida por un hotel del Monopoly.
(3) Rectificación a la nota a pie de página (2): Dimento Raf me comunica que el supuesto hotel es en realidad el componente original del juego, lo cuál no hace sino aumentar mi admiración por Cefa y su plástico sentido del ahorro.

Y no te olvides de visitarnos en Dimento Games.


B.S.O. de la partida: Dagon: la secta del mar (2001)
Musica de fondo de la reseña: EP - Max Miminko(2012)
Entradas relacionadas: Tiempos Viejunos - ¡Dagón, de Cefa! ¡Cefa, de Dagón!
 
Dimento Earl
'Neófito pendenciero' y discípulo de Dimento Raf.

Ludoteca: préstamos y alguna adquisición vitalicia.
Ocupación actual: reciclando el karma por todas las partidas no echadas.

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